9.10.08

cine-música: 'underground. la ciudad del arco-iris' (gervasio iglesias, 2003)

En la primera mitad de los años 50, coincidiendo con el inicio de la llamada Guerra Fría, Estados Unidos firmó un acuerdo con Franco para instalar en territorio español las bases militares de Morón y Rota. Nada hacía preveerlo, pero algunos años después a través de dichas bases se coló un chorro de cultura que chocaba de bruces ante la opresiva realidad impuesta por el régimen. De esas bases militares penetraron en la sociedad cercana libros de la llamada contracultura y discos de rock e inicio de la psicodelia, todo tan distinto y alternativo a cualquier referencia anterior. Una bofetada de realidad que dió luz a una ciudad de tradiciones caducas como Sevilla, fomentándose un movimiento subterráneo con importante transcendencia cultural y política. Pero quizás lo más importante de este intercambio cultural fue que algo tan cerrado y apegado al respeto a la pureza de los mayores como el flamenco no se dejó de lado sino que fue la punta de lanza para encabezar ese movimiento de experimentación musical y vital que flotaba en el ambiente. Había nacido el underground.
El documental Underground. La ciudad del Arco-Iris de Gervasio Iglesias, partiendo de estos parámetros, elabora a través de entrevistas con diversos personajes de la época como Ricardo Pachón, Javier y Gonzalo García-Pelayo, Gualberto, Luis Clemente, Manuel Molina o Antonio Smash, entre otros, una cronología de toda esa época, desde finales de los sesenta y primeros años de los setenta, años en los que, impulsados por todo el movimiento arrollador y de vanguardia que corría por Sevilla, muchos jóvenes fueron capaces de crear una propuesta musical que bebía de aquí y de allá con la importante presencia de una personalidad propia. Esas ganas de libertad, esa lucha por expulsar fuera todo atisbo de represión con la casi única (y potente) fuerza de la música como vehículo de expresión dió lugar a un sonido libre, genuino, auténtico... Un intento de ruptura por una minoría subterránea desde la convincción de golpear el tiempo que les había tocado vivir y en el que la prohibición y el miedo cortaba las alas a todo lo que estuviera alejado de lo convencional, que oliera a apertura de mente.

De todo ese movimiento clandestino y oculto que era latente en Sevilla, destacó primordialmente el grupo de rock progresivo Smash, banda que sirve de hilo conductor para la narración del filme, por ser capaces de elaborar un discurso musical que representaba todo lo apuntado anteriormente.

En Smash convivían la arrolladora personalidad de Julio Matito, el multiinstrumentista Gualberto García, el gran Silvio (quién colaboró en sus inicios), Antonio Rodríguez, el nórdico Henrik Liebgott y, en una etapa posterior, el cantaor y guitarrista Manuel Molina, que lideraron este movimiento con una música con las referencias del rock psicodélico y experimental que recibían del exterior que fueron capaces de fundir de forma natural y orgánica con el flamenco (como muestra queda ese magnífico disco compartido con el maestro Agujetas, que contenía esto y esto).

Smash, aparte de la importante discografía que ha dejado como legado (Glorieta de los lotos, We can to smash this time, Vanguardia y pureza del flamenco), tuvieron su importancia por ser pioneros y el germen del que fueron surgiendo otras propuestas de gran magnitud, como fueron el supergrupo Veneno, Pata Negra, Triana y todo lo que se denominó el rock andaluz. Abrieron puertas y dieron vida a la oxidación de esos años de dictadura. Había otro aire que respirar. Otro sendero por el que caminar. Para caminar siempre, por siempre caminar.

Un documental altamente recomendable que no se puede dejar la oportunidad de ver (está editado y anda también por emule). De calidad y con joyitas escondidas como esta.


1 comentario:

Anónimo dijo...

WEEEEEEEEE COME SMASH THIS TIIIIIIIIIIIME...