22.5.12

los enemigos, revuelta triunfal

Ha pasado una nueva edición del Territorios, dos largos días, cuatro escenarios, conversaciones cruzadas y muchas horas en el cuerpo. Entre su variada oferta el festival nos ha dejado, como siempre, algunos momentos notables, entre los que destaco el apabullante buen hacer de Tortoise, el contagioso y visceral blues de Guadalupe Plata (versión de Bambino incluida), la envidiable senectud de un mito como Iggy Pop y sus Stooges, o el estado de gracia de Pájaro y su excelsa banda, brindando una actuación memorable comandada por su elegante tratado de guitarras, rock teñido de guiños al swing, blues, western y pasión cofrade (esa corneta alzándose poderosa), con el espíritu de Silvio bien presente. Pero, si me lo permiten, hoy sólo voy a ahondar en la actuación del grupo que más ilusión me hacía del cartel: Los Enemigos.

fotos © rafael marchena // @mrhiperbole

La icónica raspa lucía enorme al fondo de un escenario que recibió con sinceros aplausos del respetable a Josele, Fino, Chema y Manolo, en esta 'revuelta' tras diez años de ausencia que se esperaba por estos lares con fulgente agitaciónLo más comentado con amigos los instantes posteriores a este concierto fue la increíble comunión nostálgica, el brutal choque de sentimientos compartidos, el revivir de profundas emociones. Y es que, personalmente, era imposible escuchar las primeras notas de cada tema sin retrotraerme a la post-adolescencia, a la casa de Francis, a Manolito conduciendo por carriles el R-5 de Jorge mientras gritábamos los cortes de 'La vida mata' que escupía el radiocassette, a los chupitos de 'druida' sin mesura, a mi caluroso piso del Tiro de Línea, a los esbozos de 'La carta que no...' en el local de NSP (sin llegar nunca a tocarla) y muchas más bofetadas en forma de recuerdos. Nostalgia y emoción, sí. Mucha. Pero también rendida admiración hacia una banda por la que parece no haber pasado los años, en plena forma, derrochando contundencia y briosa intensidad. Dónde a otros se le intuyen las costuras, ellos emergen con maestría y firmeza, activando una maquinaria engrasada que supura en cada rasgueo honestidad y verdad (esto último entendido como actitud a la hora de ofrecer un show a la altura del nivel de respeto que le profesan sus entregados fieles)El repertorio, dando por sentado que alguna 'favorita' se quedaría fuera, no pudo ser más celebrado; 'John Wayne', 'Brindis', 'Esta mañana he vuelto al barrio', 'Señora' (¡qué versión!), 'An-tonio', 'Dentro', 'Ná de ná', 'La otra orilla', 'Desde el jergón', 'Septiembre', '¿No amanece en Bouzas?', 'Yo, el rey', 'La cuenta atrás', 'Complejo' y otras tantas, conformando un set sublime que cantamos alzando la voz y con una delatora sonrisa en el rostro. Hora y media de actuación envuelta de entusiasmo colectivo que hizo que el tiempo pasara como un suspiro, un suspiro hondo y sentido, los que se dan de pura satisfacción ante las cosas que se aman, que se llevan dentro. Revuelta triunfal. Enorme gratitud.



17.5.12

cine-música: 'joe strummer, the future is unwritten' (julien temple, 2007)

Que la figura de Joe Strummer siempre levanta enorme interés es algo que no admite dudas. Hace unos días pude ver completo (unos meses atrás pillé su parte final en La2) el aclamado documental 'Joe Strummer, The Future Is Unwritten', trabajo dirigido por el británico Julien Temple (autor también de 'The Great Rock' n' Roll Swindle', alocado docuficción sobre los Sex Pistols). En él se pone el foco sobre Joe Strummer (1952-2002), cantante, guitarrista y líder de The Clash, banda que marcó a una generación por su capacidad de ligar la actitud punk a la política, afrontando temas candentes con urgencia y ácidas letras, y cuya influencia es aún latente. Se aborda al personaje atendiendo a todas sus aristas, desde su infancia itinerante encerrado en internados -cuando todavía respondía al nombre de John Mellor- y el trágico final de su hermano, su papel capital en la eclosión y desarrollo del punk (de 101'ers a The Clash), su retiro voluntario hacia una vida familiar tranquila en la que purgar sus pecados o los años de convivencia comunitaria que le reconciliaron con sus ideales primigenios, retomando con vigor su carrera artística hasta el momento de su fallecimiento. El documental cuenta con abundante material fotográfico, vídeos, archivos sonoros y, a destacar, cuantiosas declaraciones de amigos, compañeros, admiradores y demás personas que se cruzaron en su camino, con el simbólico nexo común de hacerlo alrededor de hogueras nocturas (quizás entre tantas voces se eche en falta la de una de los patas de The Clash, Paul Simonon), mostrando tanto su creatividad e inmensa capacidad de atracción como su difícil carácter déspota, egocéntrico y vanidoso, todo ello engarzado por cortes de la voz de Strummer extraídos de entrevistas o dando paso a canciones con un gusto exquisito en su programa de radio en la BBC World.

En resumen, una muy buena cinta y altamente recomendable (la enlazamos abajo) que no hace sino acrecentar las ganas de ver 'Quiero tener una ferretería en Andalucía' (Carles Prats, 2011), otro reciente interesantísimo documental que ahonda en la estancia de Strummer en Granada y Almería, del que se pude conseguir más información en esta web (y ver desde aquí el trailer).


9.5.12

pony bravo, teatro central, sevilla

la luna te besa tus lágrimas puras como un promesa de buena ventura,
la niña de fuego te llama la gente y te están dejando que mueras de sed

El pasado viernes, tras una quedada previa en el piso de Rafa, entró en juego la democracia interna y me quedé sólo en mi idea inicial de acudir al concierto de Blacanova (ganazas aplazadas de verles y de escuchar sus nuevas canciones), pero en esta ocasión la opción que salió vencedora, Pony Bravo, no era un plato menos apetecible en una jornada que a buen seguro puso a más de uno en esta difícil tesitura. Llegada al Teatro Central con el tiempo justo (un clásico), mirada de reojo al stand (habría parada posterior por allí para hacerme con el vinilo de 'Si bajo de espalda no me da miedo'), aprovisionamiento de cervezas en la barra y entrada a una repleta sala con el concierto recién empezado. Con un público receptivo y con intención palmaria de pasarlo bien, la agitación es recogida y devuelta por el grupo con entrega, guiños y altas dosis de (buen) humor. La iconografía crítico-festiva (crucifixión del mítico Curro presidiendo el escenario -en plenos fastos del aniversario de la Expo-, Cristos planeadores lanzándose desde la Torre Pelli, un faraónico Monteseirín, imágenes de fervor religioso pre-adolescente en las calles, recuerdos maliciosos a Teddy Bautista, etc...) acompaña y retroalimenta a un show al que se van sumando colaboraciones sobre la platea como las de Raúl Pérez (Estudios La Mina), Fran Torres (Música Prepost) o Javier Mora (Mansilla y los espías), dotando de más cuerpo a las canciones. Se suceden 'Ninja de fuego', 'Pumare-Ho!', 'Salmo 52:8', 'Noche de setas', 'Super-Broker', 'El guarda forestal', 'El Rayo', 'El campo fui yo', 'China da miedo' y otras tantas de su repertorio, culminadas con 'Mi DNI', nuevo tema del que ya había referencias, con Pablo Peña al mando escupiendo con soltura una descacharrante conversación con uno de esos personajazos que pueblan el submundo del espectáculo. "Yo, yo, camello, camello, yo". Disfrute colectivo y fuego sanador en el batir de palmas. La rave de Dios.