17.11.11

the secret society, 'peores cosas pasan en el mar'

no hay dolor como el dolor de aquel que está a punto de causar algún daño. 
y ya sólo queda esperar al momento en el que todo estalle en mil pedazos.

'Peores cosas pasan en el mar' es el título de la esperada tercera larga referencia de The Secret Society, el proyecto más personal de Pepo Márquez (también miembro de Buena Esperanza, Nine Stories o los añorados Garzón/Grande-Marlaska), esta vez editado en su propio sello, Gran Derby Records. Este nuevo trabajo, con la totalidad de sus letras en castellano, es sumamente directo, emocional y a ratos crudo, pero a su vez claramente reconocible y empático. Cualquiera que haya pasado por el trago sabe que el fin de una relación da salida a un espiral afectivo cuyos vaivenes transitan parajes recónditos de nuestro interior, en el que colisionan sentimientos indescriptibles de confusión, incertidumbre, culpa, rabia, y, sobre todo, dolor. Los recuerdos se solapan y las preguntas encuentran difícil (o insatisfactoria) respuesta, pero la vida sigue su curso y siempre hay cabos a los que poder agarrarse para salir a flote del naufragio y recuperar el timón hacia la normalidad de nuestra rutina vital.

Pepo, con unas letras que supuran una brutal transmisión desde sus títulos (sublimes), recorre varios de los momentos de este complejo itinerario en un valiente ejercicio de sinceridad, ya sea cantando -sobre la base instrumental de 'Lose Yourself' de Eminem- al brusco proceso de habituarse a la nueva situación ('Suanzes: Volver a empezar'), a encontrar la serenidad necesaria para seguir adelante ('Parte de guerra'), expulsando reproches internos ('Las pistas falsas conducen al desamor'), sufriendo por/para escapar de callejones sin salida ('Microdrama moderno y urbano'), rememorando lo vivido ('Si pudiste con tanto dolor, podrás con esto'), a alejarse para ver las cosas con perspectiva ('La casa junto al mar'), o vociferando en un tema puro hardcore de manual una lapidaria frase que tanta verdad encierra ('El amor es una puerta que sólo se abre desde dentro'). Todo ello, de justicia es citarlo, escudado por el impecable manto musical y arreglos que aportan a las canciones los otros miembros de su sociedad secreta (Nacho Ruiz, Paula Sánchez-Lafuente y Javier Martínez) y amigos (como Alondra Bentley, que presta su preciosa voz en 'Cuídate, cowboy!', o Javier Vicente de Big City), con mención especial a la parte instrumental que cierra el álbum (parte final de 'En la sala del Guernica (Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid)'), una auténtica maravilla.

En definitiva, un soberbio disco de rock que, deslizándose entre el íntimo sosiego o desatando urgencia con vigor y garra, se sostiene equilibrado en una latente intensidad que conmueve y duele, mucho, pero que también destila dosis de optimismo y cercanía. Y se agradece. Entre tanta banalidad, discos tan honestos como éste son una especie en extinción. Muy grande. En mi humilde opinión, de lo mejor (nacional o no) del año.


/// 'peores cosas pasan en el mar' puede adquirirse desde la web del sello, con bonita edición en vinilo, o escucharse en streaming desde su bandcamp.


*[texto ampliado y modificado del micropost publicado en 'radio alternador']

7.11.11

mishima, l'emoció sincera (monkey week 2011)

 
diu que et transporta a un altre planeta, t'inflama el cor amb mil somriures...

Estuve día y medio en El Puerto de Santa María durante el pasado Monkey Week, con un agradable tiempo cálido de día y bastante frío al caer la noche sobre los muros del Monasterio. No voy a ser exhaustivo con la más de docena de conciertos que pude presenciar, pero siempre está bien dejar una pincelada que deje constancia de algunos de los -en mi opinión- momentos álgidos de la jornada, como el descubrimiento, con las primeras cervezas del día, de las delicadas canciones de Marcus Doo & The Secret Family; de la buena forma de Airbag, con un agitado set a la hora del café en el pequeño y coqueto El Loco de la Ribera, presentando su reciente 'Manual de montaña rusa' ante un abarrotado aforo que desbordaba alegría; de la contundencia ruidista de los gallegos Disco Las Palmeras!, a los que acudí por referencias de mi amigo Diego; del ímpetu y carácter, a pesar de tener que lidiar con un sonido muy mejorable en su sala, de los jóvenes Furguson, con su subidón de post-punk bailable (con ganas me quedé de poder ver a Aliment, otra banda del recomendable sello La Castanya); el rodillo machacón de Mugstar y los enormes Oneida, con su apabullante neopsicodelia progresiva y experimental; la superbanda de Bigott (sólo pude escucharles cuatro canciones, como la nueva 'Vaporcito'); ver en acción el nuevo proyecto del sevillano Andrés Herrera, Pájaro, guitarrista escudero del mítico y añorado Silvio, meciéndose gustosamente entre el rock, el surf y el western, corneta cofrade incluida, acompañado de unos músicos de altura (Paco Lamato, Raúl Fernández y Roque Torralva, entre otros); o el fin de fiesta con los frenéticos ritmos de Holloys.

Pero en ese desaforado espiral sónico que compacta el Monkey, entre paseos mirando el reloj, cervezas y tapas, saludos, charlas, sonrisas y muecas, siempre hay cosas que te subyugan, que te encogen el corazón. Y ahí estaban los catalanes Mishima para cuadrar el círculo. El conjunto liderado por David Carabén es, ante todo, un grupo en toda su extensión. Muy compenetrados y con un sólido empaque, lo que, unido a la personalidad y carisma de su frontman y a unas sobresalientes composiciones, les hacen ocupar un lugar de privilegio dentro del pop-rock nacional. La voz profunda de Carabén le da el toque distintivo a unas piezas que, desde la exquisita sutileza al brío eléctrico, son capaces de transmitir una intensidad emocional ante la que sólo te queda caer embaucado por su encanto. Fueron presentando con maestría, actitud y cercanía, ante el no mucho público que se encontraba en los jardines del monasterio (coincidía su actuación con la de Bigott en el escenario principal), muchas de las canciones de 'Ordre i aventura', su última referencia para Sones, como las bellas 'Com abans' o 'L'olor de la nit', intercalando entre ellas ya clásicos de su discografía como 'Miquel a l'acces 14', 'La tarda esclata', 'La forma d'un sentit', 'Qui n'ha begut' o la inmensa 'Un tros de fang', para concluir poniéndole un inmejorable fin con 'Tot torna a començar' y su glorioso crescendo final. Aullidos en la madrugada y sensaciones de máxima felicidad, de sincera emoción. Según su página en facebook, una semana después aún seguían disfrutando de El Puerto, grabando nuevos temas en la casa-estudio de Paco Loco. Huelga decir que los aguardo con la misma ilusión que una futura visita suya por el sur.