Ya ha pasado más de un mes, pero tenía pendiente una actualización con mi visión alternadora de este año y no podía demorarlo más, que después se pierde perspectiva, así que a lo que vamos, el día comenzó temprano tras dormir no más de dos horas (el afterparty del viernes en el FNT, la verbena e historias para no dormir) y para el recinto a ver las cosas, con una calor sofocante que me dejó de nuevo el careto colorao. Tareas, arrastres, pruebas de sonido (no es plan de aburrir) y la cosa que comienza. Comento uno a uno y tiro porque me toca:
Los Niños sin Riñones y Sakarina
El primero de los grupos locales, unos niños de apenas 11 años, abrieron el festival con el sol aún presente, y a su desparpajo natural sumaron su revisión de Betis de Silvio y La fiesta medieval de Los Nikis, además de su versión alternativa (con letra propia) de I wanna be sedated de Ramones. Sakarina les siguieron con un amplio abanico de versiones (alguna propia también) de diferente pelaje, solventando incluso un problemilla con la batería, sirviendo de bisagra con la puesta en escena de los grupos grandes. [Aquí toca agradecer a Adolfo Insa su labor en Montejoven, germen de todas estas nuevas bandas locales, que ya está dando sus frutos].
Con ellos se vivió el tránsito hacia el anochecer y la gente empezaba a asomarse al recinto. Los sevillanos, buena gente, tocaron prácticamente todo su repertorio recogido en sus dos magníficas demos, desde Hundir la flota, Todo queda en casa, El villancico o la grande entre las grandes Tu perro te ama. Un concierto que dejó un gran sabor de boca a los presentes con su pop-rock de guitarras y letras de alta gama. Autenticidad que se le llama. Como dice Antonio Luque "larga vida a los MIDI Puro!!!". Y nosotros que lo veamos. Dj sube la música, que tengo el cuerpo fenomenal....
Tarik y la Fábrica de Colores
Álvaro Tarik y los suyos era uno de los objetivos que teníamos desde hace unos años. Queríamos tenerle tocando en Montellano, tras algún que otro intento, y su concierto no defraudó ni un ápice, más bien al contrario (los escépticos vieron como sus canciones crecían en expansión en el directo). Con Paco Lamato secundándole con su guitarra y un Erik pletórico (lo que se diga es poco, qué máquina) dieron vida a las canciones de sus dos últimos discos, Sequentialee y El hueso y la carne, sabiendo intercalarlas inteligentemente, empalmando algunas incluso, y dando muestras de una solvencia, elegancia y crudeza de las que no estamos sobrados en el panorama musical y que son dignas de alabar a voz en grito. Aquí hay una banda que transforma las bellas melodías de Álvaro en un vibrante pop de altura. Concierto de los grandes. Banda de la grandes. Gran momento de la edición de este año.
José Ignacio Lapido
José Ignacio Lapido ha sacado este año su quinta referencia discográfica tras la disolución de 091, Cartografía, un disco que debe entrar a buen seguro entre lo mejor del año. Poder tenerlo en Montellano encabezando el cartel del festival es un orgullo y una muestra de los objetivos e ideales que nos rondan por la cabeza. Entre cientos de festivales clónicos, apostar por una propuesta tan honesta y rotunda como la que profesa Lapido nos dice que es el camino a seguir. Y vistos los resultados, nos asienta en tal convicción.
El granadino ha conjuntado a una banda que es un lujazo, desde el acompañamiento a la guitarra del ex- Del Ayo Víctor Sánchez, a los coros junto al anterior y la sutileza de Popi González a la batería (¡esos genes!), el bajo de Paco Solana y los teclados de Raúl Bernal, gran aportación la de este último. Si el disco ya muestra a las claras la línea por la que discurre su trayectoria (esas guitarras y sus personales referencias en las letras, añadido a la introducción de los teclados y órganos a los que hacíamos referencia, el uso del pedal-steel, los medios tiempos de gran calidad que abundan sin resultar anodinos...), ver reflejado todo ello en directo es una gratísima experiencia. Con su gran presencia en el escenario se fueron sucediendo los grandes temas de su repertorio en solitario (Cuando el ángel decida volver, La antesala del dolor, En el ángulo muerto, Nada malo, Escrito en la ley...) además de alguno de los Cero (que recuerde ahora Zapatos de piel de caimán y La noche que la luna salió tarde), que sonaron intensos, potentes, emotivos, ante un público que presenciaba hipnóticamente un concierto de esos en los que se es conciente en el aura colectiva que se está viviendo un momento especial. Un conciertazo para recordar.
Les tocaba cerrar a los jerezanos tras la exhibición de Lapido y con el recuerdo aún en el ambiente de la actuación que lo cerró el año anterior, la potente actuación de The Unfinished Sympathy, y supieron sobreponerse a esos aspectos con un arrolladora puesta en escena que, cosa de las que más nos llena, hizo que muchos de los que no les conocían dijeran que les gustó bastante (ya he grabado a varios el Standards Down). El punk-rock de los temas de ese disco y algunos adelantos de su próxima referencia que está al caer (Decalogy), con la suma de su versión del Highway to hell de los AC/DC, con ese incesante guitarreo y esa perfección rítmica nos hizo saltar y disfrutar, tratando de mentalizarnos de que estaba llegando la cosa al fin, con los deberes hechos y otra noche para enmarcar en la habitación de nuestra memoria.
Tras esto se pasó a una breve sesión de Pablo Spaceman Spiff y con su conclusión... bueno, a cargar bártulos y a la sierra a ver amanecer entre historias, risas e charlas, mirando al horizonte cerveza en mano, reventado, rendido, pero con una sonrisa de oreja a oreja. Ya queda menos para el próximo.
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