Estuve día y medio en El Puerto de Santa María durante el pasado Monkey Week, con un agradable tiempo cálido de día y bastante frío al caer la noche sobre los muros del Monasterio. No voy a ser exhaustivo con la más de docena de conciertos que pude presenciar, pero siempre está bien dejar una pincelada que deje constancia de algunos de los -en mi opinión- momentos álgidos de la jornada, como el descubrimiento, con las primeras cervezas del día, de las delicadas canciones de Marcus Doo & The Secret Family; de la buena forma de Airbag, con un agitado set a la hora del café en el pequeño y coqueto El Loco de la Ribera, presentando su reciente 'Manual de montaña rusa' ante un abarrotado aforo que desbordaba alegría; de la contundencia ruidista de los gallegos Disco Las Palmeras!, a los que acudí por referencias de mi amigo Diego; del ímpetu y carácter, a pesar de tener que lidiar con un sonido muy mejorable en su sala, de los jóvenes Furguson, con su subidón de post-punk bailable (con ganas me quedé de poder ver a Aliment, otra banda del recomendable sello La Castanya); el rodillo machacón de Mugstar y los enormes Oneida, con su apabullante neopsicodelia progresiva y experimental; la superbanda de Bigott (sólo pude escucharles cuatro canciones, como la nueva 'Vaporcito'); ver en acción el nuevo proyecto del sevillano Andrés Herrera, Pájaro, guitarrista escudero del mítico y añorado Silvio, meciéndose gustosamente entre el rock, el surf y el western, corneta cofrade incluida, acompañado de unos músicos de altura (Paco Lamato, Raúl Fernández y Roque Torralva, entre otros); o el fin de fiesta con los frenéticos ritmos de Holloys.
Pero en ese desaforado espiral sónico que compacta el Monkey, entre paseos mirando el reloj, cervezas y tapas, saludos, charlas, sonrisas y muecas, siempre hay cosas que te subyugan, que te encogen el corazón. Y ahí estaban los catalanes Mishima para cuadrar el círculo. El conjunto liderado por David Carabén es, ante todo, un grupo en toda su extensión. Muy compenetrados y con un sólido empaque, lo que, unido a la personalidad y carisma de su frontman y a unas sobresalientes composiciones, les hacen ocupar un lugar de privilegio dentro del pop-rock nacional. La voz profunda de Carabén le da el toque distintivo a unas piezas que, desde la exquisita sutileza al brío eléctrico, son capaces de transmitir una intensidad emocional ante la que sólo te queda caer embaucado por su encanto. Fueron presentando con maestría, actitud y cercanía, ante el no mucho público que se encontraba en los jardines del monasterio (coincidía su actuación con la de Bigott en el escenario principal), muchas de las canciones de 'Ordre i aventura', su última referencia para Sones, como las bellas 'Com abans' o 'L'olor de la nit', intercalando entre ellas ya clásicos de su discografía como 'Miquel a l'acces 14', 'La tarda esclata', 'La forma d'un sentit', 'Qui n'ha begut' o la inmensa 'Un tros de fang', para concluir poniéndole un inmejorable fin con 'Tot torna a començar' y su glorioso crescendo final. Aullidos en la madrugada y sensaciones de máxima felicidad, de sincera emoción. Según su página en facebook, una semana después aún seguían disfrutando de El Puerto, grabando nuevos temas en la casa-estudio de Paco Loco. Huelga decir que los aguardo con la misma ilusión que una futura visita suya por el sur.
Pero en ese desaforado espiral sónico que compacta el Monkey, entre paseos mirando el reloj, cervezas y tapas, saludos, charlas, sonrisas y muecas, siempre hay cosas que te subyugan, que te encogen el corazón. Y ahí estaban los catalanes Mishima para cuadrar el círculo. El conjunto liderado por David Carabén es, ante todo, un grupo en toda su extensión. Muy compenetrados y con un sólido empaque, lo que, unido a la personalidad y carisma de su frontman y a unas sobresalientes composiciones, les hacen ocupar un lugar de privilegio dentro del pop-rock nacional. La voz profunda de Carabén le da el toque distintivo a unas piezas que, desde la exquisita sutileza al brío eléctrico, son capaces de transmitir una intensidad emocional ante la que sólo te queda caer embaucado por su encanto. Fueron presentando con maestría, actitud y cercanía, ante el no mucho público que se encontraba en los jardines del monasterio (coincidía su actuación con la de Bigott en el escenario principal), muchas de las canciones de 'Ordre i aventura', su última referencia para Sones, como las bellas 'Com abans' o 'L'olor de la nit', intercalando entre ellas ya clásicos de su discografía como 'Miquel a l'acces 14', 'La tarda esclata', 'La forma d'un sentit', 'Qui n'ha begut' o la inmensa 'Un tros de fang', para concluir poniéndole un inmejorable fin con 'Tot torna a començar' y su glorioso crescendo final. Aullidos en la madrugada y sensaciones de máxima felicidad, de sincera emoción. Según su página en facebook, una semana después aún seguían disfrutando de El Puerto, grabando nuevos temas en la casa-estudio de Paco Loco. Huelga decir que los aguardo con la misma ilusión que una futura visita suya por el sur.
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