Acabo de desvelarme de la siesta con la tristísima noticia en boca de Julio Ruiz del fallecimiento de Sergio Algora, personaje crucial para entender parte de la música de este país, con su particular imaginario y su voz, siendo parte destacada de las bandas El Niño Gusano y La Costa Brava. No sé qué decir, sólo que he disfrutado mucho con la música de sus grupos, y de las veces que he podido verlos en directo. En concreto, la última vez fue en Montellano, dónde dieron buena muestra de su alegría melódica.
"Ha tenido que ser el corazón, aquél que hace años nos daba un vuelco al escuchar esos cuentos de manzanas envenenadas y oloroso ayuno cuando no se puede ser más feliz, telescopios a rosca para ver el animado mundo alrededor de una mujer portuguesa, o incertidumbres ante la posibilidad de dejar a la persona amada (bueno, no sé). Corazón que viró hacia otras latitudes sin perder calidad, en historias en dónde el amor viajaba en copas de yate en un verano sin fin, y dónde dejarse querer por una loca era el mejor peaje. De justicia poética es que se reivindique la obra de Algora, y ojalá que, como rezaba una de sus canciones, el fin ponga cada cosa en su lugar. Y en este caso, a Sergio entre los grandes".
Un fuerte abrazo a todos a los que les haya dolido este hecho inesperado porque ello no es sino muestra de lo mucho que él había calado en nuestras vidas. Descanse en paz.